El
colapso se aproxima a velocidad de tren, no dando tiempo a revocatorio, por lo
cual la AN debe actuar ya o el estallido se la llevará con Maduro
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Me repito
con lenguaje de manual como los maestros de escuela: están dadas todas las
condiciones objetivas para la rebelión popular. Son más de las necesarias. Y
está dada la condición subjetiva fundamental: el pueblo quiere y exige salir de
Maduro ya. Lo dijo claramente el 6D dándole mandato imperativo a los diputados
electos para que lo hagan. A esta condición subjetiva se une la determinante:
Maduro está sumamente debilitado. No tiene pueblo. Para repetirlo también en lenguaje
de manual como los maestros de escuela, el eslabón más débil del sistema es
Maduro, porque: 1) Es un títere de Cuba; 2) No tiene liderazgo civil; 3) No
tiene liderazgo militar; 4) No tiene carisma; y, 5) No es venezolano por
nacimiento o, en todo caso, no cumple con el requisito de la nacionalidad.
Maduro carece de raíz. Es una planta parasitaria entre nosotros. En
consecuencia, todo está servido para los que se atreva a salvar el país.
La vía
expedita para salvarlo es salir de Maduro, antes de que el estallido nos
alcance. Está en manos de la AN. Entonces el primer paso a dar es que el pueblo
en la calle exija a la AN que proceda sin más demora a cumplir con el mandato
imperativo que se le dio, en base a sus promesas electorales. Optar por el revocatorio
es un disparate como ir a Guarenas tomando la carretera vieja en lugar de la
autopista. Optar por el revocatorio es una irresponsabilidad inexcusable, ya
que la AN renuncia a cumplir la orden que el pueblo le dio el 6D. Por negarse a
cumplirla ha ido perdiendo legitimidad. Si quiere salvarse antes de que Maduro
la disuelva, como se rumora, y salvar al país de un estallido anárquico, que se
la lleve junto con Maduro, debe tomar la decisión que se le ha venido pidiendo:
1) Revocar el nombramiento inconstitucional del TSJ fundándose en el informe de
la comisión respectiva; y, 2) Declarar el cese de Maduro en la presidencia por
usurpador al no cumplir el requisito de nacionalidad exigido por la
Constitución. A tomar estas decisiones está obligada la AN ahora más que antes,
porque su mandato se ha hecho aún más imperativo cuando ella misma ha declarado
roto el orden constitucional por Maduro y que no acatará ninguna sentencia del
TSJ. No basta con que lo diga. Está obligada constitucional, moral y políticamente
a restablecer el orden constitucional removiendo a Maduro y el TSJ
simultáneamente, culpándolos del colapso y de impedir la solución. Negarse la
deslegitima haciéndose tan responsable como Maduro de que el país estalle
anárquicamente como lo presagian los saqueos.
Por la
irresponsabilidad de la AN estamos en la situación que resume el proverbio
chino: una sola chispa puede incendiar la pradera. La paja está más que seca.
Está reseca. Un fósforo o una colilla lanzados por descuido bastaría para el
incendio. Y no hay agua para apagarlo, porque no hay esperanza. Ya se perdió.
El tiempo se agotó. Nos encaminamos a un estallido anárquico. Sólo nos queda, a
los que no somos diputados, hacer el esfuerzo agónico de encauzar la tensión
social acumulada hacia un cambio político, radical y profundo, forzando a la AN
a que asuma su responsabilidad y, en su defecto, invitando a la insurgencia de
un nuevo liderazgo que salve al país de la hecatombe con una “oposición de
calle” que promueva, organice e infiltre las protestas en todo el país, dándole
una dirección política.
El
estallido se acerca a velocidad de tren, traído por el colapso. Está claro que
a Maduro lo sostienen únicamente Cuba, el TSJ y el Alto Mando Militar, su
superestructura represiva. Pero sin el Alto Mando Militar el TSJ no cuenta. Es
entonces el Alto Mando Militar el único sostén de la tiranía comunista, servil
a Cuba. La historia enseña que en Venezuela nunca ha existido la unidad
monolítica de la FAN. En su seno se reflejan las contradicciones de la
sociedad, las cuales afloran en momentos decisivos. Llegadas las circunstancias
los mandos medios siempre han pasado por encima del Alto Mando. Manejar estas
contradicciones entre militares es absolutamente necesario. Fue lo que hicieron
los líderes democráticos en 1945 y en 1958. Es lo que debe hacer el nuevo
liderazgo en las presentes circunstancias.
Liberación Nacional y No-Reelección (167)
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